MEDELLÍN. En noviembre representará a Colombia en un Mundial.
Por: Ronald Soto Toncel.
Muchos de los que vieron a Juliana Vélez Tamayo levantar sus manos en lo más alto del podio para recibir el trofeo de ganadora de la categoría 44-49 años del Ironman 70.3 en Cartagena, no sospechaban que a los 18 años había interrumpido su carrera como deportista y que solo la había retomado casi dos décadas después.
La actual gerente de fomento del Inder Medellín es la prueba fehaciente de que nunca es tarde para practicar deporte ni para perseguir los sueños.
En su momento fue una destacada nadadora, que hasta representó a Colombia internacionalmente, pero un día se desconectó de la piscina y el deporte en general. 18 años y dos hijos después volvió redoblando la apuesta, pues a la natación le agregó atletismo y ciclismo para convertirse en una superatleta.
La antioqueña regresó con más hambre competitiva, lo que le sirvió para ganar ese Ironman y obtener el cupo para representar a Colombia en el Mundial que se realizará en noviembre en Marbella, España.
Esta mujer inspiradora es nuestra invitada a Esta es mi historia.
¿Cómo se define Juliana Vélez?
Soy una persona que me gusta cumplir mis sueños, que me gusta tener objetivos y que tengo claro que cuando uno sabe cuál es el objetivo, lo que quiere, hacia dónde va, estoy detrás de ellos buscando lograrlos, buscando saber cuál es el camino. Así me defino, como una mujer que quiere ir a cumplir sus sueños, que pienso que para esto vinimos a este mundo.
¿Y cuál fue su primer sueño?
Yo creo que han pasado varias etapas de la vida. Creo que mi primer sueño cuando era una niña, y hablando del tema del deporte, lo que inició mi vida como nadadora, donde el primer protagonista siempre que tienen los niños son los padres, y ese impulso de mi mamá de llevarme a una piscina simplemente a aprender a nadar. Pero cuando yo fui descubriendo que tuve la disciplina, porque al final del día el secreto fue la disciplina, y pude evidenciar que podía ser una campeona por medio de la disciplina y por medio del talento, ese fue mi primer sueño, ser una campeona del país, representar a Colombia y en el transcurso de los años lo pude lograr cuando tenía 16 años.
¿Por qué la natación como primer deporte?
Realmente no fue una decisión mía, fue una decisión de mi mamá. Éramos tres hijos y mi mamá nos dijo: ‘vamos a aprender a nadar. Cuando aprendan los cuatro estilos se pueden salir’. Pero definitivamente cada uno va teniendo su destino. Mi hermano decidió jugar fútbol, mi hermana se retiró más adelante de la natación y realmente yo fui una amante del agua. Durante mi vida como nadadora descubrí qué era formarme como persona, descubrí qué era tener verdaderos amigos. Así que la natación me atrapó y fue una decisión que, aunque mi mamá fue la primera que tomó la decisión, yo me quedé ahí por todas las ganancias que tuve.
¿En qué momento se dio cuenta de que era buena nadadora?
Nunca se me va a olvidar un día que estábamos en la piscina entrenando y compitiendo, y estaba mi entrenador, que pienso que eso es uno de los grandes secretos que uno puede tener en la vida y es confiar en el entrenador. Yo tenía uno que confió en mí, que me dio seguridad, confianza, y cuando tiene uno un referente como él, que siempre está pendiente de todo lo que uno necesita alrededor del deporte y está apoyándote, simplemente uno cumple la tarea. Recuerdo que estaba en la piscina, nos preparábamos para un torneo nacional y estaba el presidente de la Liga acompañándonos en ese momento. Nos pusieron a hacer unos ejercicios, hasta ahí yo era una nadadora común y corriente. En uno de esos ejercicios el entrenador tomó mi tiempo y cuando vio el tiempo me miró y me dijo: ‘Juliana, repítelo’. Lo repetí y me hice un tiempo que me tenía lista para ser campeona nacional. El presidente y el entrenador dijeron ‘ella está lista, ella va a ganar’.
¿Cómo le fue en el Torneo Nacional?
Desde antes de la competencia yo me sentía preparada mentalmente y físicamente. Estaba en la curva del entrenamiento, confié en mí y fue un momento muy importante porque mi mamá me apoyaba mucho en el deporte, pero mi papá no me apoyaba mucho. Y ese Nacional justo era en Medellín. Era un sábado y me acuerdo que le dije a mi papá: ‘Papi, ve a mi competencia que hoy voy a ser campeona nacional’. Le dije así pues yo lo sentía, lo tenía claro y más con lo que me había dicho el entrenador y el presidente. Me paré en el carril mirando la tribuna esperando que llegara mi papá y nunca llegó. Sin embargo, esa fue la primera vez que quedé campeona nacional y fue la primera vez que clasifiqué a campeonatos internacionales representando a Colombia. Fue muy importante porque al final del día es la confianza de uno mismo sentir, sin haber competido, sin haber ganado, sentir que uno ya es campeón. Es un tema mental. Y también sentir que el entorno de uno lo está acompañando y lo tiene preparado para ese momento. Eran 100 y 200 metros espalda las pruebas, eso puede durar un minuto, dos minutos, pero hay una preparación detrás muy larga y uno se siente preparado en el momento para lograr los objetivos que necesita.
¿Qué dijo su papá después cuando se enteró del triunfo?
No, él nunca entendió la vida del deportista, realmente él nunca me dijo nada. Pero el acompañamiento y el apoyo de mi mamá fue muy grande, entonces pienso que la vida te compensa, hay veces por un lado, aunque no te compense por otro.
¿Cómo fue después su desarrollo tras ese éxito nacional?
Yo empecé a competir en 100 y 200 metros espalda, que fue en las pruebas que representé a mi país a nivel internacional. No me fue muy bien, pero lo importante de la historia es que después de que competí varias veces en esa prueba empezó una caleña a ganarme y yo a quedar de segunda. El entrenador empezó a cuestionarse y llamaba a mi mamá y le preguntaba: ‘¿qué le pasa a Juliana? ¿Por qué ella no es capaz de hacer los mismos tiempos de antes?’ Y empezaron a buscar alrededor de todo lo que tenía, de lo que yo estaba pasando. Me me pusieron una psicóloga, buscaron en el tema nutricional si era que no me estaba alimentando bien. Empezaron a buscar varias soluciones, pero no las encontraron. Y el entrenador me dijo: ‘¿por qué no hacemos una prueba de esfuerzo?’ Hicimos la prueba de esfuerzo y el diagnóstico que le dieron fue: ‘ella no tiene un cuerpo para ser velocista, ella es fondista, cambiemos las pruebas en las que compite’.
¿Qué hicieron?
Ese momento fue muy importante porque yo tuve un entrenador que no se rindió ni me hizo a un lado porque yo no tenía los resultados de antes, sino que buscó alternativas y soluciones por otro lado. Inmediatamente cambiaron mis entrenamientos. Dejé las competencias de 100 y 200 espalda y me dediqué a entrenar 800 y 1500 metros libres. Con el transcurso del tiempo volví a ser campeona nacional. Eso es un mensaje muy importante para los entrenadores, muchas veces cuando un deportista no te da resultados, porque un deportista tiene que estar en su máximo potencial para dar resultados, primero entra la frustración en el deportista y muchas veces se rinde. Pero también las personas que están al lado tuyo te dejan de apoyar y de acompañar. A mí me pasó todo lo contrario. Mi entrenador confiaba en mí, creyó en mí y lo que hizo fue buscar soluciones para yo seguir potencializándome, así tuviera que tener cambios en mi vida.
Ver esta publicación en Instagram
¿Cómo le fue con estos cambios?
Entrenar para 100 o 200 metros espalda, que son pruebas que duran uno o dos minutos, es muy diferente a pasar a pruebas de 800 y 1500 libres, que pueden durar 20 minutos, que son de resistencia. Tienes que cambiar la alimentación, la mentalidad, ser mucho más resistente cuando entras a pruebas de fondo. Son totalmente diferentes. Por ese diagnóstico yo pienso que uno siempre necesita esas orientaciones. El deporte es la suma de muchas cosas, de la parte técnica, la táctica, la mental, del entorno. El deporte no es una sola cosa, ni es un pódium ni es un fracaso. Hay un tema muy importante y es que en Estados Unidos la palabra fracasar, que es fail, que es caer, no hay un un cierre del proceso, sino que caes y vuelves y te levantas. En los países latinoamericanos le decimos fracasar como si fuera el fin, como si todo se acabara. Tenemos que cambiar esa cultura. Empezar a evaluar que no estamos terminando nuestra carrera cuando perdemos o cuando tenemos dificultades, sino que son el proceso y la oportunidad del aprendizaje y de hacer cambios, porque permanentemente tenemos que hacer cambios. Ese es un mensaje muy importante que hay que darle a los deportistas y a los entrenadores. Muchas veces solo vemos el pódium, o solo vemos la medalla o el fracaso. Y hay una historia mucho más larga.
¿Hasta qué edad estuvo compitiendo en la natación?
Competí hasta los 18 años. Recuerdo muy bien el día que me retiré. Durante muchos años entrenaba hasta faltando un cuarto para las 6 de la mañana y después de 4 a 7 de la tarde. Unos entrenamientos durísimos. Y yo era de las la primera que me tiraba al agua y la última que salía, tenía una disciplina impresionante. Recuerdo que tenía ya 18 años y un día me tiré y el entrenador como todos los días dijo: 'hagan 80 metros aflojando'. Yo me tiré al agua, pero no me conecté con el agua. Me salí y le dije al entrenador: ‘no me siento bien hoy para entrenar’. Y eso era rarísimo en mí. Le dije ‘yo mañana vengo’. Me salí y nunca volví. Me retiré de la natación hasta los 36 años. De los 18 brinqué hasta los 36 años. 18 años me salí de la natación y del deporte.
¿Por qué una desconexión que parecía de un día terminó en casi dos décadas?
Yo pienso que estaba agotada. Y pienso que la vida me empezó a mostrar otras distracciones. Empecé a vivir otras etapas, la etapa de la universidad, de los novios, del estudio.... Creo que tenía que empezar a vivir otras etapas de mi vida y en ese momento no lo entendía, pero pienso que eso fue lo que me pasó. Estudié mi carrera, la especialización, la maestría, me casé, tuve dos hijos. Viví otras cosas diferentes al deporte, que también son positivas y que me dieron otras cosas, pero me desconecté del deporte durante mucho tiempo.
¿Durante esos 18 años no practicó algún deporte?
Muy poquito, de vez en cuando iba al gimnasio, pero muy poco. Realmente tuve una desconexión con el deporte muchos años. No hacía parte de mi checklist.
¿Qué la motivó después de tantos años a volver al deporte?
Bueno, ya tenía nació mi segundo hijo, Matías, que tenía 6 meses. Yo en ese momento tenía 33 años y estaba con sobrepeso, muy estresada, me sentía angustiada, no tenía autoestima, no me sentía bien conmigo misma. Tenía un trabajo donde trabajaba demasiado y pensaba ¿qué voy a hacer con mi vida? En ese momento recordé que yo había sido deportista, que tenía el deporte dentro de mi vida y que esa había sido una época muy bonita. Entonces dije voy a empezar a hacer deporte. Pero hacer deporte es ponerse unos tenis viejos, no tenía ni ropa deportiva y empezar a caminar. Caminaba 20 minutos y me quería morir, porque no tenía estado físico. Pero me fui a caminar 20 minutos y fue maravilloso. Yo decía: ‘¿qué es esto tan rico? No tengo estado físico, casi me muero, pero mañana voy a volver a salir’ Volví y me propuse la siguiente semana caminar media hora. Y empecé a caminar media hora. Y así empecé otra vez a conectarme con el deporte hasta que un día vi un aviso de una carrera de 10 kilómetros.
¿Se inscribió?
Le dije a mi esposo: 'ven, vamos a caminar'. Fuimos y caminamos. Llegué de última, muy cansada, rendida. En ese momento me acuerdo que dijeron que iban a premiar a los que ganaron. Cuando vimos la premiación estaba Carmenza Morales, que es una gran triatleta y ganó esa carrera. Había dos mujeres al lado de ella en el podio. Vi la premiación y le dije a mi esposo: ‘Yo me voy a montar en ese podio’. Y pues mi esposo se rió y me decía: '¿cómo te vas a montar en ese podio si casi no terminas una 10k?' Voy a ir a averiguar porque me voy a ir a montar en ese podio. Y empecé a averiguar qué había que hacer para montarme en un podio. Me demoré 2 años, entrené 2 años, empecé a preguntar cómo tengo que entrenar, qué tengo que comer diferente y empecé a entrenar 2 años. Y a los 2 años me encontré con Carmenza en esa carrera y le dije: ‘yo me quiero subir contigo en ese pódium’. Y ella me dijo: ‘Vamos por ese pódium’. Y esa vez quedé tercera, pero esa fue una gran victoria para mí, porque lo luché, lo trabajé, lo visualicé, volví a creer en mí y eso fue un momento muy bonito donde volví y me conecté con creer en mí por medio del deporte.
¿Al volver al deporte, pero en uno más exigente físicamente, recordó el diagnóstico que le habían dado que en la natación debía competir en pruebas de fondo y no de velocidad?
Pues en este momento es que me hiciste conectar que seguramente eso mismo me pasó, porque brincar de unos 10K a un Ironman 70.3 fue todo un proceso y fue todo un camino recorrido. Realmente te estoy diciendo que a los 33 años empecé a caminar esos 20 minutos y a los 35 fue que tomé ese pódium de esos 10K. Pero hoy tengo 46 y el año pasado fue que tuve el primer puesto del Ironman 70.3 en mi categoría. Estamos hablando de un recorrido de 11 años donde trabajé y busqué ese pódium. El camino también fue largo porque yo no pensaba hacer triatlón. Eso no estaba dentro de mis expectativas, porque yo me iba a quedar solamente trotando.
¿Cómo se prepara para competir en medio de su trabajo y las obligaciones como madre?
Uno tiene que tener claro y saber para dónde va, cuál es el punto de llegada. Y después de que uno tiene claro cuál es el punto de llegada, tiene que hacer dos cosas. La primera es que tienes que hacer renuncias. Muchas. Entonces uno empieza a renunciar a ciertas personas, a no trasnocharse, a ciertos alimentos. Pero también debes tener ganancias. Y el mayor secreto se llama el manejo del tiempo y tener prioridades. Las personas perdemos mucho tiempo. Uno dice: ‘no, pero es que yo no tengo tiempo, yo no puedo, tengo que trabajar, tengo que atender a los niños, estar pendiente de la comida y de la casa’. Pero realmente hay una estrategia que es muy conocida, que si uno la tiene mentalmente te puede servir mucho, y es que todos los seres humanos tenemos algo que son 24 horas, desde el más ocupado hasta el menos ocupado, todos tenemos 24 y el secreto es dividirla en tres. Tienes que trabajar 8 horas, tienes que descansar 8 horas y dentro de ese descanso está dormir, comer y transportarse. Y tienes las otras 8 horas. ¿Qué vas a hacer con las otras 8 horas? En esas 8 horas puede escoger mil cosas y si uno evalúa, se las gasta en bobadas, con personas que tienes conversaciones que no te suman, te las gastas con un celular, o viendo una película que no te sumó nada o que te puso a descansar, pero que no te está enfocado hacia nada. Lo que pasa es que hay que hacer un tema de disciplina y es un tema de disciplina horizontal y vertical. El horizontal es en qué te vas a gastar la vida, hacia dónde va tu vida, y el vertical es en qué te vas a gastar el día. Si uno es capaz de hacer ese manejo del tiempo y distribuirlo en lo que verdaderamente quieres, en tu propósito, no hay excusas. La verdad, ninguno tiene tiempo o todos tenemos tiempo. ¿Qué es lo que quieres? El secreto ha sido ser muy juiciosa, tenerla clara, tener un manejo del tiempo, obedecerle a la vida, obedecerle a mi propósito y a mi objetivo. Yo descubrí que uno puede llegar hasta donde quiera llegar. No hay límites. Pero tienes que hacer renuncias y también tienes que hacer ganancias. Ese es el secreto.
¿Cómo fue la preparación para para esa competencia en Cartagena?
Yo todos los días troto a las 5 de la mañana y al mediodía nado, porque el triatlón es un deporte que te exige doble jornada. Un Ironman 70.3 nunca lo logras si no tienes doble jornada. Eso es difícil porque son cinco cosas: nadar, trotar, montar en bicicleta, ensayar transiciones y hacer fortalecimiento. Tu cuerpo se tiene que adaptar a esas transiciones y se tiene que adaptar a varios deportes de manera simultánea. Entonces yo troto en las mañanas, nado al mediodía y monto en bicicleta los fines de semana, que es lo que me da los fondos para prepararme. Hay otro tema importante que es el descanso. Hay que tener descanso, la única manera de uno tener recuperación es tener una curva de entrenamiento muy clara de cuándo tienes que subirla y cuándo tienes que bajarla.
¿Qué tan importante fue la familia en esa preparación?
Es muy importante tu equipo de apoyo. Si uno no tiene una familia que lo está apoyando, que lo está acompañando, que disfruta con uno, que lo comprende, es imposible esa preparación. Esa es la suma de la preparación que uno necesita para lograr llegar a un objetivo como un pódium en un Ironman 70.3.
¿Qué sintió cuando cruzó la meta como ganadora del Ironman 70.3?
El IronMan es una competencia que son 1900 metros nadando, ya saben que a mí me va muy bien en la natación. Salí de primera y eso te llena de energía, la mente juega en una competencia de estas gigante. Pero soy muy mala en el ciclismo. Mi falencia y mis problemas están en el ciclismo. Y yo salí de primera del agua, cogí la transición, cogí la bicicleta y cuando llegué a la transición de la bicicleta mi esposo me gritó, porque en los Ironman hay una aplicación donde lo van siguiendo y saben el puesto. ‘Vas de quinta y la primera te lleva 20 minutos’, me gritó. Entonces yo dije: ‘voy de quinta, ya hice los 90 kilómetros en bicicleta. Yo me tengo que montar en ese pódium. Si la primera me cogió 20 minutos, no debe ser buena corredora. Yo soy muy buena corredora’. Entonces dejé la bicicleta en los 90 km y empecé a correr, la corrida son 21 km. Faltando 10 km mi esposo me gritó: ‘Vas de segunda’. Cuando me dijo pensé: ‘ya tengo que ganar, ya tengo que ganar. Pero hay una cosa muy importante en la competencia y es que yo no me concentro en el otro, me concentro en mí y en mi reloj. Uno hace los 20 km flotando y en el último kilómetro entras y es un tapete rojo, es una sensación de película. Cuando entré y supe que iba de primera sentí mucha alegría, porque yo llevaba 5 años entrenando para ese momento. Llevaba 5 años persiguiendo ese primer lugar, sacrifiqué muchas cosas e hice mucho esfuerzo por alcanzarlo. Me sentí muy agradecida con Dios. No me sentí agotada, no me sentí lesionada. Cuando uno termina y el cuerpo te manda la factura es porque no te preparaste bien. Y sentir que llegué muy bien, muy tranquila y que eso me daba la clasificatoria directa para el Mundial para mí fue un momento muy importante. Yo pienso que alcanzar un pódium nunca es el final, siempre es el principio de algo más.
¿Cuándo y dónde será el Mundial?
El Mundial será en Marbella, España, en noviembre La preparación se hace 8 meses antes. Yo soy muy fuerte en el calor, allá no va a hacer tanto calor. Me toca ponerme traje o freno para poder competir en el mar. Sé que la altimetría en el ciclismo me va a costar. Pero pienso que voy a hacer una muy buena representación de Colombia en el Mundial. Yo siempre quiero ganar, si yo voy a ir a una competencia, siempre pienso en ganar. Si uno no está con esa mentalidad, si no se preparó para eso, entonces para qué compite. Si competir es precisamente eso, es aspirar a que vas a ganar. Estas carreras tan largas son muy mentales.
¿Usted como deportista cómo acompaña a sus hijos en el deporte?
Te cuento que si me preguntan cuál ha sido el mejor regalo que me ha dado la vida es que mis hijos salieron deportistas, porque yo no los volví deportistas, la verdad, salieron deportistas. Pero pienso que fue por el ejemplo que han visto en la mamá. A ellos de chiquitos yo los llevaba a natación porque quería que fueran nadadores. Cuando íbamos para la piscina había una cancha de fútbol y ellos siempre pedían ir a la cancha. Yo aceleraba y decía: ‘no, la natación’. Y ellos siempre pidiendo la cancha de fútbol. Hasta que un día, ‘ay, bueno, vamos’. Ellos tenían 3 y 5 años. Miguel tenía 5 años y empezaron a jugar con unas botas machitas porque ese día los llevaba era para natación. Entonces empezaron con una disciplina que yo nunca les tuve que decir vamos a hacer deporte. Ellos lo veían como algo natural, me veían a mí como algo natural en el deporte y ese es el ejemplo. Ellos desde chiquitos tienen disciplina y tienen mucho talento. Para ellos es como desayunar, almorzar y cenar. Me han acompañado en muchas carreras y han visto lo que es el proceso, lo que es la competencia, toda la magia que hay alrededor del deporte. Desde chiquitos ellos tomaron esas decisiones.
¿En cuál equipo están?
Ellos estuvieron hasta diciembre en Envigado. A los dos los sacaron de Envigado, pero yo les dije que sigan con su mundo deportivo porque vale la pena. Mi hijo chiquito, que es un niño muy inteligente y con mucho talento, en enero me dijo: ‘mamá, me quiero probar en el Medellín’. Estuvo un mes en muchas pruebas y un día llegó el juego definitivo y después del partido le dijeron a Matías: ‘bienvenido al Medellín’. Estamos muy contentos porque él se lo ganó con su talento y con su capacidad.
Además de su hijos, en su labor en el Inder es como si tuviera muchos hijos más por la gran cantidad de deportistas que apoyan...
Sí, yo pienso que en este momento trabajar en el Inder me ha dado un regalo muy grande, porque a veces cuando uno en la vida tiene claridad de algo que te da resultados, y el deporte me ha dado resultados como persona con mis relaciones, me ha dado resultados como profesional, me ha dado valores, uno dice ¿cómo hago para que muchas personas descubran esto? Y si uno no tiene un cargo como el que yo tengo es muy difícil. Dios me puso donde realmente puedo impactar con convicción, porque estoy absolutamente segura que ese es un camino que te acorta muchas cosas y que te salva de muchas cosas. En este momento los chicos tienen muchas distracciones, de la droga, del trago, de la tecnología, que no les permite conocerse a ellos mismos y que hay un problema de salud mental, de salud física, de obesidad grande en la ciudad de Medellín. Pero cuando uno logra impactar a personas con esta protección natural para mí ha sido magia, me siento muy feliz. Yo quisiera dentro de mi puesto trabajar fuertemente por la ciudad para que los jóvenes se den esta oportunidad. Ya cuando uno rompe las paredes de la casa de uno y ver que puede impactar a otras personas que no conocías, puedes impactar dándoles la oportunidad de que estén ahí brindándoles lo mejor que se pueda, es genial.
¿Qué le diría la Juliana de hoy a la de 18 años que dejó la natación?
Le diría que que buscara equilibrio, porque pienso que al conectarme tanto en una cosa y al desconectarme de otra no me permitió tener el equilibrio que hoy como adulta tengo. Hoy que hago deporte, pero también tengo mi familia, con mi vida, con mi trabajo, pienso que el equilibrio que me ha dado la vida me ha fortalecido más sin dejar lo que es verdaderamente importante.
Un consejo para las personas en general desde su experiencia de vida a través del deporte...
El mensaje que yo quisiera decirles es que sueñen, no hay sueño fácil y en el proceso hay cosas ricas, hay cosas no tan ricas, pero siempre va a valer la pena cumplir ese sueño. Y que el deporte es el mejor aliado, no tiene que ser competitivo como el nivel al que he llegado yo, pero sí puede ser parte de la vida, porque nosotros desde que nacemos hasta que nos morimos necesitamos el deporte como un aliado para estar bien. Ojalá muchas personas vean en mi historia una oportunidad de que cuando uno está mal y tiene crisis es porque si uno sabe administrar este momento de crisis y ve un poquito más allá, te harán llegar a metas más grandes que fue al final del día lo que a mí me pasó en esos 33 años. La crisis me llevó a lo que soy hoy. Y no se rindan, nunca se rindan, hay que seguir luchando y hay que seguir trabajando por nuestros sueños.