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Colombia. Esta es la historia de uno de los hinchas más apasionados del club samario.

Por: Ronald Soto Toncel

Ya le gustaba el equipo, pero cuando Jorge Camilo Gnecco tuvo la oportunidad de ingresar por primera vez al camerino del Unión Magdalena, previo a un partido en el viejo y querido estadio Eduardo Santos, se terminó de enamorar del club que hace parte de su vida, como si fuera un miembro más de su familia.

Este joven y exitoso hombre de negocios ha sido tan apasionado por el fútbol que quiso ser jugador profesional. Lógicamente soñando con marcar goles y títulos con el Unión, con el que alcanzó a consolidar ese sueño en un partido en Medellín.

Jorge, quien ahora es accionista del Unión y del Gremio Samario (club de la Liga de Futsal), es el invitado a nuestra sección Hinchas, donde nos contó su historia.

¿Cuál es el primer recuerdo que tiene como hincha del Unión?
“La primera vez que fui al estadio Eduardo Santos y entré al camerino. El técnico era el profe Eduardo Retat. Ese ambiente que había antes del partido, creo que era contra Deportivo Cali y lo ganamos. Estar dentro del camerino fue tan maravilloso que quedé cautivado y enamorado del fútbol, que ya estaba enamorándome, pero quedé flechado ese día y mucho más enamorado del Unión Magdalena. Tenía como 11 años. Definitivamente el ambiente antes del partido es espectacular, todo lo que se siente, esa energía es vital”.

 

¿El Unión siempre ha sido el dueño de su corazón o llegó a querer otro equipo?

Siempre el Unión. Que mi esposa no vaya a ver esta entrevista (risas), pero uno puede cambiar hasta de mujer, pero jamás a su equipo de fútbol. El Unión siempre ha sido mi único equipo.

¿Cómo fue su experiencia jugando fútbol?
“Yo pertenecí a las inferiores del Unión, estuve vinculado hasta el año 2005, incluso jugué un partido profesional como visitante ante Medellín. Jugaba de delantero. Me encantaba el fútbol, pero en ese momento mi familia optó porque estudiara, que siguiera una carrera y lo dejé a un lado. Cuando quise retomar ya era muy difícil. Si hubiera seguido tal vez hubiera llegado mucho más lejos. Pero bueno, son decisiones que uno toma y en ese momento me fui a Australia a estudiar, obteniendo el título profesional en Business Management.

¿A la distancia cómo seguía al Unión?
Justo ahí comenzó ese tema del sufrimiento por el descenso. Y bueno, lo seguía a través de noticias, lo poquito que se podía ver por internet en ese momento, porque no era como ahora. Estoy hablando del año 2006. Y por lo que me comentaban mis amigos de cómo iban las cosas.

¿Cómo vive los clásicos contra Junior?
Unión Magdalena juega dos tipos de partidos: un partido contra los demás equipos y uno contra el Junior, que se vive de forma especial, con ese ego de querer ganar, de no querer perder el clásico de la costa. En el clásico una derrota vale por dos y una victoria también.

¿Cuál es el el clásico que más recuerda?
Uno que se jugó en febrero de este año en Barranquilla, empatamos 0-0 en el Metropolitano. Fue especial porque lo vi al lado de mi hijo, fue mucha la emoción al ver cómo sentía la camiseta, la besaba, celebraba. Esas imágenes se vieron por televisión. Eso fue fue invaluable para mí y creo que ese clásico jamás se me va a olvidar.

¿El clásico más doloroso?
El de las semifinales de la Copa Colombia del año pasado. Se nos escapó en penales. Yo no soy de llorar por el fútbol y ese día lloré de la impotencia, de la rabia, porque tuvimos el paso a la final en las manos.

¿Con cuál de los dos estadios se queda para los clásicos: Eduardo Santos o Sierra Nevada?
“El Eduardo Santos, sin duda. Allí con los edificios alrededor, la gente en el estadio alentando, incluso en pleno sol. Porque esa misma gente no va a oriental en el Sierra Nevada, pero sí iban a la tribuna de sol en el Eduardo Santos. Es mucho el valor que representa el Eduardo Santos para Santa Marta, para Magdalena, para los jugadores. Me acuerdo que los jugadores le decían la caldera, eran tres puntos seguros ahí. Con la loca (la brisa) a favor, el morrito que ayudó a marcar un gol inolvidable.

¿Cuál es el clásico que más recuerda en el Eduardo Santos?
Estando yo aún en el colegio iba a los clásicos tirando rollitos, a veces me colocaba de recogebolas para estar cerca de los jugadores. Recuerdo una vez, en la época que estaba en Sub 15, el equipo jugaba un partido antes del encuentro de profesionales, el preliminar. Recuerdo un partido que jugué estando yo en las inferiores del Unión contra Junior y recuerdo otro que fui de recogebolas.

¿Y cómo es su relación con los hinchas de Junior?
Tengo muchos grandes amigos hinchas de Junior, creo que el fútbol es para generar amistades, sin que esto lleve a pelear ni a discusiones. Eso sí, el día del clásico uno no habla hasta el final del partido. Y ya sabe uno lo que se la van a montar si se pierde. Y si uno gana, ya saben ellos que se la van a montar también. Pero muy agradable, me gusta ver los partidos con hinchas del rival, me gusta compartir, creo que eso es lo bueno del fútbol.

¿Ahora además de hincha también es accionista del Unión?
Así es, yo soy accionista del Unión Magdalena también. Eduardo Dávila, que es el máximo accionista, es mi padrino, y es quien lleva esta gran bandera que representa al Magdalena. Lo hace con mucho esfuerzo, pues ama este equipo, y para el empresario no es fácil porque sabemos que la boletería es un tema muy importante para el fútbol y lastimosamente el estadio de Santa Marta no nos está favoreciendo mucho por donde se encuentra ubicado, no hay un transporte público. Pero paso a paso vamos trabajando para llevar masivamente a la gente al estadio Sierra Nevada.

¿Cuál es su gran sueño como hincha del Unión Magdalena?
Hoy son dos. Y te los voy a mencionar en orden, porque las cosas deben tener un orden. El primero es poder salir de esa zona del descenso, olvidarnos de ese tema. Y obviamente ver al equipo campeón del fútbol colombiano nuevamente, ya que no tuve la fortuna en 1968. Quiero vivir esa emoción que se vivió en Santa Marta, Magdalena y en todos los rincones del país donde hay hinchas del club.

Usted ha sido un empresario exitoso, por eso siempre vive sacando cuentas, ¿en cuáles números piensa más ahora: en los de sus negocios o en los puntos del promedio del Unión?

La verdad que en los del promedio. En el primer semestre no tanto, pero ahora sí uno vive sacando cuentas de qué le sirve al equipo para salvarse.

¿Es un calvario ver a su equipo en la B?
Total. Ninguno de los que estamos en la parte directiva o los accionistas del equipo queremos ver al equipo en la B. Aprovecho este espacio en Nuestros Deportes para decir que eso es un mito que hay que uno quiere ver el equipo en la Segunda por temas económicos. Eso es totalmente falso. Económicamente nunca ha sido rentable estar en la B. Es un tema de pasión. Los esfuerzos que hace sobre todo Eduardo Dávila como máximo accionista son enormes para mantener el club. Gracias a Dios están llegando patrocinios, pero eso aún no alcanza para las cuentas.

Usted también se vinculó al fútbol sala, ¿qué lo motivó a llegar como dirigente a Gremio Samario?
“Queremos ayudar a impulsar el deporte y ayudar a muchos jóvenes y familias. El fútbol sala es un buen vehículo, porque es un estilo de vida y un proyecto de vida, un hobby que aleja a muchos jóvenes, tanto hombres y mujeres, de situaciones adversas, como las drogas, las malas compañías, malos hábitos desde todo punto de vista, hábitos alimenticios, los malos hábitos de estar en la calle sin hacer nada... Siempre hemos querido fomentar el deporte, como empresa adquirimos un porcentaje importante y estamos apoyándolos para que sea un equipo grande. Estamos haciendo un buen segundo semestre, tras incorporar buenos refuerzos, entre ellos Luis Narváez, quien después de ser futbolista profesional se está dando una segunda oportunidad en el deporte. Es importante recalcar que el futsal también tiene Copa Libertadores y nosotros apuntamos a grandes objetivos.

Cuéntenos sobre el Jorge Camilo Gnecco empresario...
Siempre me ha llamado la atención desde muy niño, desde pequeño me han gustado los negocios y afortunadamente en mi casa me apoyaron. Cuando niño tenía una tienda en la playa, me acuerdo que vendía platanitos, papitas, gaseosas, entre otras cosas. Y con la rentabilidad que me daba el negocio, que era todos los sábados entre 20 y 30 mil pesos, salía con mis amigos. Y en el año 2003 con eso prácticamente me sentía millonario. Hasta regresaba con plata en el bolsillo. Entonces siempre me ha gustado el negocio y las empresas. Creo que la dedicación al tema y estar casado ha sido importante en mi vida empresarial. El fracaso también es importante, uno aprende a levantarse, a valorar ciertas decisiones, y eso le sirve para aprender. He fallado, pero también he tenido éxito.

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