Estéfano González desde la Asamblea apoya el deporte.
Su infancia la vivió entre el deporte, sobre todo el baloncesto, y la política. Pero antes de que por su mente pasara meterse de lleno en la arena política para ocupar un cargo público, el sueño de Estéfano González era estar en un maderamen en busca de encestar el sueño que tenía de convertirse en basquetbolista profesional.
Con los años la idea de infancia y juventud se fue apagando, cediéndole paso a ese político que había esperado para emerger con toda fuerza, pero no decreció su pasión por el deporte de la pelota naranja.
Hoy, en su primera experiencia como diputado, está anotando una canasta de dos puntos, pues por un lado está cumpliendo una de las grandes promesas de su campaña, que fue ayudar a mejorar el deporte en el Atlántico y, por otro, cumple, aunque no como jugador, el sueño del baloncesto profesional, pues es uno de los pilares para que la Liga Colombiana regrese a Barranquilla, ya que está metido de lleno con los Titanes, equipo con el que espera vivir una exitosa experiencia como en su niñez con Caimanes.
"En los años 90 el equipo Caimanes tuvo un gran gestor que era Farid Char, pero también había otros socios, uno de ellos mi padre (Raúl González Moscarella), que además fue socio fundador. Desde que tengo uso de razón yo acompañaba a mi papá e iba a todas partes con ese equipo. Conozco a todos los jugadores que pasaron por Caimanes, con todos bromeaba. Mi jugador favorito era Jimmi Mosquera, por eso cuando yo juego siempre utilizo el número 13 como él", expresó el diputado, que ahora, como en el pasado su padre, ayuda para que en Barranquilla tenga baloncesto profesional.
"Tengo la satisfacción del deber cumplido, hicimos algo muy importante, pero esto no significa que hasta aquí llegamos, todo lo contrario, esto es un gran impulso, un segundo aire para seguir trabajando. Yo creo que hoy en día me encuentro cumpliendo esa promesa de campaña y me siento bien aportando mi granito de arena para que esto se dé", aseguró.
Contribuir en lo social
Además de su pasión por el baloncesto, otro motivo que lo impulsa es saber que el deporte contribuye a mejorar la parte social de los jóvenes, uno de sus propósitos como diputado.
"El regreso del baloncesto es una oportunidad para que los jóvenes aprovechen mejor el tiempo libre, algunos porque tienen la intención de vincularse al equipo y otros porque les gusta y buscan la forma de ver los partidos. Así se alejan de vicios", aseguró.
Por eso dice que buscarán la manera de extender el baloncesto y otras disciplinas a los municipios.
"La idea es que esto no solo se quede en Barranquilla, sino que llegue a todo el departamento del Atlántico, nosotros le queremos apuntar al tema de los clubes, desde los niños. Nuestro anhelo es que se integren los diferentes municipios del departamento, que se pueda en Santa Lucía, Suan, Campo de La Cruz, Repelón, Luruaco para eso nosotros acabamos de aprobar recursos en estos 3 años que llevamos en la Asamblea para que haya actividades deportivas y culturales", comentó el joven político que es sobrino del senador Luis Eduardo Diazgranados.
Su primer contacto con la política
Estéfano González tuvo su primer contacto con la política siendo un niño, por pura curiosidad. "Veía a mi tío 'Lucho' metido en el tema y un día le dije: 'tío, yo quiero hacer política, déjame acompañarte'. 'Listo, te espero mañana temprano', le contestó.
El chico se despertó temprano, salió de su casa con una pantaloneta, un suéter y unas chancletas, lo que generó un regaño que no olvida porque le permitió entender que la política era un tema serio.
"Mi tío me regañó por mi forma de vestir, me dijo que la política no era un juego y que había que tomarla con seriedad, que si lo quería acompañar, tenía que vestirme mejor".
Lejos de irse a casa a llorar o desanimarse, Estéfano fue a su hogar pero a cambiarse. Lo único es que se fue al extremo. "Me puse una pinta como si fuera a hacer la primera comunión. Cuando volví donde mi tío, me vio y me dijo: 'bueno, la cosa es seria, pero tampoco para ir vestido así", rememoró.