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Antioquia. El gerente del Inder es el invitado a Esta es mi historia.

Por: Ronald Soto Toncel.

“Diego, ¿te podemos tener en cuenta para ser candidato a gerente del Inder?” Cuando a Diego Echavarría Giraldo le hicieron esa pregunta, lo primero que pensó fue en hacer lo que siempre hace cuando de tomar decisiones importantes se trata: consultar con sus familiares cercanos.

Por eso su primera respuesta no fue sí.

“Permítame yo consulto con mi familia”, respondió.

¿Y a quién le tiene que consultar usted pues?, le preguntaron, como dándole a entender que a estas alturas de su vida ya no debería pedir permiso, como cuando un niño lo hace con sus padres.

Pero él sí. Como aún tiene el privilegio de tener vivos a sus progenitores, tuvo en cuenta la opinión de su papá y su mamá, así como la de su esposa y sus hijos mayores. Una vez todos le manifestaron su apoyo dio el sí para ocupar el cargo.

Este hombre familiar, que hoy es el gran líder del deporte en el municipio de Envigado, es el invitado a Esta es mi historia para conocer cómo ha sido su recorrido desde niño hasta los días que hoy corren.

¿Qué recuerdo tiene de su niñez?
Remontarlo a uno a la niñez es remontarlo a esa época donde éramos muy felices con muy poco. Yo viví en la entrada de La Paz, contiguo a lo que llamaban antes Bandera Roja, un barrio muy humilde. De hecho, mi papá era supervisor de vigilancia en Peldar. Era portero. Éramos cuatro hermanos. Luego vivimos en La Magnolia y terminamos viviendo en el barrio Alcalá. Ahí yo pude practicar deportes. Como casi todos los sardinitos de la época no nos faltaba la bicicleta. Montábamos con los amiguitos y también tuvimos la moda de patinar. No tuve de pronto en mis padres como de inculcarnos de pertenecer a clubes deportivos, era como lo que nosotros pudiéramos hacer con nuestros amigos, pero nos la pasábamos muy chévere. Lo fuerte para mí era el patinaje y montar en bicicleta. Éramos muy loquitos. Y eso fue como lo máximo que yo hacía en deportes, porque para el fútbol, que es como lo que más pega, yo sí era prohibido.

¿El balón y usted no eran amigos?
No. Yo he jugado un partido y en un tiro de esquina le podía meter gol a mi equipo. Entonces yo para el fútbol siempre fui prohibido. No fui amigo del balón. Me gusta mucho el fútbol, ahora por las ocupaciones no lo veo ni lo disfruto tanto, pero me gusta mucho el fútbol. Antes si jugaba la selección Colombia, si jugaba mi verde del alma, pues yo podía perfectamente poner sonido, armar asado, armar la fiestecita. Entonces siempre lo he disfrutado mucho, pero desde la barrerita. 

¿Le tocó trabajar en su niñez?
No. En mi niñez no tuve que trabajar porque yo era el menor. Usted sabe que el menor de la familia termina siendo normalmente el de la casa al que mejor le termina yendo. Entonces no, de menor no me tocó trabajar. Pero cuando ya estaba en el bachillerato yo no desaprovechaba vacaciones. Llegué a trabajar con empresas temporalmente y me hacía mi platica. Pero ya me tocó también los hermanos mayores trabajando y me ayudaban con la liguita. A mí no me tocó tan duro como a mis hermanos.

¿En esa época más juvenil qué trabajos tuvo?
Recuerdo que tuve un trabajo que me llamaba mucho la atención que se llamaba ‘el comprador misterioso’. Eso consistía en que uno iba a una empresa que buscaba posicionar sus productos, uno iba a las tiendas y les preguntaba si tenían X o Y producto, y si tenían ese producto o si el que me ofrecían era de la marca que nosotros estábamos apoyando, era muy chévere porque yo le terminaba diciendo al tendero: ‘¡te acabas de ganar este premio por ofrecerme ese producto!’ Y ese premio eran recursos económicos. También trabajé en una empresa de pensiones y también fui auxiliar contable. 

¿Qué tal era como estudiante?
Como estudiante fui bueno, no de los mejores del grupo, porque yo era más bien muy recochudito. Pero me entraban las materias muy fácil, entonces me quedaba tiempo para hacer la la recochita en el grupo. Aunque siempre me hacía con los más estudiosos del grupo y en términos generales me iba bien.

¿Qué sueños tenía en su niñez?
El tema de los sueños va muy asociado a las familias en las que uno se desarrolle. Yo creo que el sueño más grande que tenía era poder responder a la expectativa que tenían los papás con uno. El sueño más grande de ellos era que uno pudiera convertirse en profesional y trabajar para una empresa. Yo creo que gracias a Dios ese tema lo pudimos cumplir y superar las expectativas. Yo en lo que aprendí durante todo mi trasegar por la administración pública me permitió que desde 2006 dictara seminarios en temas de fortalecimiento y en temas de control. He sido docente de seminarios, en empresas públicas y en empresas privadas, y creo que eso me permitía mantenerme muy actualizado en los temas, yo siempre he disfrutado mucho la docencia. Es una manera de poder contribuir a esas entidades que me contrataban y también era como la satisfacción propia de que lo estábamos haciendo bien. 

¿Por qué estudió Contaduría?
Yo estudié contabilidad más porque no pasé a las carreras que eran como el sueño mío o el ideal. Yo siempre soñé con ser comunicador social o abogado. Cuando yo empiezo a estudiar veo que el tema de los números como que me entran bien, pero nunca dejaba de pensar que lo que más me gustaba era eso otro. En algún momento le dije a mi papá que me quería cambiar de carrera. Y obviamente mi mamá me dio una cantaleta: ‘pero mire ya dónde va usted, cómo se va a pasar, el esfuerzo que hace su papá para poder darle una carrera’. Y ya más por eso seguí, pues como mi papá trabajaba en Peldar, ahí lo apoyaban para la carrera. Quise terminar la Contaduría para no defraudar a mis papás. Y efectivamente cuando ya me hice profesional de la Contaduría era bueno para el tema. Estaba en Enviaseo, pero cuando empecé a ver qué era ser contador y que uno todo el mes se la podía pasar trabajando en son de hacerlo bien y que cuando llegaba la junta y se equivocaba en cualquier cosita, quedaba como el peor. Yo casi que decía: ‘no, esto como que no es lo mío’. No me la disfrutaba y terminé de coordinador de costos y presupuesto en Enviaseo, en un tema que era nuevo en ese momento. Yo la verdad lo hacía bien, pero no terminaba disfrutando. Y usted sabe que uno tiene que dedicarse a cosas que realmente lo llenen, porque cuando uno disfruta lo que hace, pues realmente las cosas no son carga. 

¿Fue como quitarse un peso de encima y a la vez cumplirle a sus padres?
Es que sí era un peso para mí y muy fuerte porque el único ingreso era lo que entraba de mi papá, éramos cuatro hijos. A los otros mayores les tocó muy seguidito. Mi hermano mayor inició en la Universidad Pontificia Bolivariana y realmente ese man era el más brillante de la casa, al menos en cuanto a estudios, pero solo pudo estar un semestre en la universidad. Mi hermano en esa época a veces iba con pantaloncitos rotos, con zapatos rotos... Mi hermano decidió, no por un tema de capacidad, que no podía continuar en esa universidad porque él veía el esfuerzo que hacía la familia y no le daba él sacrificó ahí en ese momento para ser profesional. Y mis otros hermanos como máximo llegaron hasta ser tecnólogos. Entonces yo sentía ese peso que ahora estaban haciendo el esfuerzo por mí, que ya era un poquitico más suave porque los otros estaban trabajando y que yo no iba a ser profesional, de pronto ser el sueño de mis papás de tenerme como profesional. Entonces yo dije: ‘voy a terminar la carrera’. Y recuerdo como anécdota, y eso me costó hasta lloradas, yo a veces decía que mis hermanos eran técnicos o tecnólogos, pero trabajaban en unas empresas muy buenas. Mi hermanos también llegaron a trabajar en Peldar, el mayor trabajaba en las Empresas Públicas. Entonces yo decía: ‘ah, yo soy el profesional y soy el que menos gana de la casa’. Eso para mí era como un tremendo choque. Pero bueno, al final la vida me ha terminado sonriendo, soy muy feliz donde estoy y soy muy feliz con lo que hago. 

¿Y esa parte que nos decía que al principio no disfrutaba tanto su trabajo empezó a cambiar cuando le llegó la oportunidad de la docencia?
Sí. A mí me da mucho pesar de los que son docentes porque les toca. Yo creo que la docencia debe ser para disfrutar. La docencia le permite a uno estar al frente con alumnos en formación, le permite a uno estar muy actualizado. Yo la docencia la he disfrutado toda la vida, de hecho todavía me buscan para dictar seminarios. No me queda fácil porque este Instituto de verdad me absorbe y me toma todo el tiempo, pero el tema de la docencia yo siempre lo disfruto. 

¿De las labores que ha tenido cuál ha sido la que más lo ha marcado?
Voy a decirlo de dos maneras. Uno, que cuando ya estaba de coordinador en Enviaseo se me dio la oportunidad de irme para el municipio de Envigado. Empecé a ver que era una persona de retos. A mí en ese entonces me ofrecían dos cargos, en planeación o en control interno del municipio de Envigado. Opté por irme para el de control interno y a mí la gente me decía: ‘¿vos qué sabes de control interno’. Yo respondía: ‘nada’. Y me decían: ‘¿Entonces qué vas a hacer?’ ‘Voy a aprender, con plena seguridad a alguien le tocó llegar primero y forjarse lo que iba a ser el cargo’. Y tuve la fortuna que tomé la mejor decisión. Yo llegué en ese momento que había un programa de fortalecimiento internacional en la Alcaldía, me dijeron que si me quería meter y ahí empecé a coger una serie de competencias, que fue las que me permitieron que la vida me diera una serie de oportunidades. Yo creo que Dios lo pone a uno donde debe ser y en el momento que debe ser. Y yo no puedo desconocer que las experiencias más lindas, porque fue como la cosecha de todo lo que habíamos aprendido, fue cuando el contralor de Rionegro me dijo: ‘Diego, yo espero poder contar con vos para que me apoyes’. Yo me imaginaba que era como docente, que los formara, cuando él me dijo: ‘no, yo necesito que me acompañe con lo que usted sabe. Es una entidad muy nueva y entonces aprovechar ese conocimiento que vos tenés’. Y eso fue una experiencia maravillosa. Yo porque ya no estoy tan jovencito y ya uno se cansaba mucho, pero si no hubiera sido por eso, yo creo que yo hubiera terminado al menos o hubiera acompañado al contralor hasta que terminara el gobierno.

¿Pensó en mudarse a Rionegro?
Estuvo entre las alternativas. Lo que pasa es que el arraigo que uno tiene con Envigado es muy fuerte. Yo tengo la fortuna de tener a mis padres vivos. Trato de disfrutar mucho a mis padres. Además, mi esposa labora en Envigado, entonces si me iba para Rionegro, ¿qué me hubiera significado? Uno, que mi esposa se hubiera tenido que retirar, entonces buscarle trabajo en Rionegro. Y la otra que me parecía un sacrificio ver a mis papás cada 8 días. Entonces no, para mí eso no fue negociable. Opté por estar viajando a Rionegro. 

¿Qué tanto le sirvió su paso por la Secretaría de Educación y Cultura de Envigado para liderar ahora el Inder?
Mucha gente me dice: ‘ahora llegas al Inder con toda esa experiencia que tuviste en Educación’. Pero me parece el Instituto de Deportes un reto mucho más grande. En Educación había muchos mitos en cuanto al gremio de los docentes. Yo creo que esa fue una de las fortalezas mías. El relacionamiento mío con los docentes fue bueno. Yo me la llevaba bien con los tres sindicatos que tenían los docentes. La verdad no tuve nunca ningún problema. Los que decían que Educación era lo más difícil, lo más aburridor, a mí realmente me fue bien. Ahora que llega uno al Inder y cree que ya con esa experiencia uno no va a ver esto tan complejo, la verdad es que una cosa es lo que se ve desde afuera en las organizaciones y otra es lo que uno vive al interior. Y quizás también lo tengo que decir por la estructura con la que yo venía, fortalecimiento, control, puede que yo vea muchas cosas que yo diga las quiero organizar de esa manera y puede que para otros o fueran imperceptibles o dijeran así como están se encuentran bien. A veces quienes están al frente de las instituciones van mucho como con ese perfil, esa estructura de formación que han tenido durante su vida. 

¿Hay más exposición en el Inder y es más pública su labor que en la Secretaría de Educación?
Cada despacho tiene su complejidad. La Secretaria de Educación tiene una ventaja y es que el viernes baja las cortinas. Entonces tiene uno más la posibilidad de poder descansar y recuperarse. En un Instituto como estos uno ve que eso prácticamente no se da. Aquí casi que puede decir uno que sí lo contratan 7 x 24. Aquí lo pueden llamar a uno a altas horas de la noche o en la madrugada para decirle que pasó esto, se dañó esto... Nosotros, fuera de que tenemos oferta durante toda la semana, usted puede ver la oferta los fines de semana. Normalmente hay eventos de actividad física, de deporte, eventos de la oficina de desarrollo deportivo. En mi estructura yo trato de ir a todo porque me parece que las cosas son importantes y si son importantes, pues uno que es la cabeza del Instituto debe ir. Es una dinámica totalmente diferente y aquí todo es mucho más latente, más visible. Si una institución de pronto tiene una piscina y se daña, quizás se quede ahí adentro, a mí se me daña una piscina y me sacan por cuanto medio exista.

¿Le ha pasado?
Esa es una de las anécdotas que yo tengo acá. Quizás nadie lo ve por redes ni nada porque no soy de eso, pero en la Semana Santa de 2024, el Miércoles Santo me llegó un mensaje: ‘¿Vio cómo está la piscina de cometas? Verde’. Pues para allá me fui yo, estuve metido jueves, viernes y sábado hasta que pudimos volver a poner las piscinas a punto. Aprendí que era peinar una piscina, aspirar la piscina, un montón de cosas que nunca hubiera sabido. Yo decía: ‘como me coja Pascua y estas piscinas sigan así, me acaban’. Entonces es mucho más visible todo lo del Inder. Y para nosotros acá reviste mucha complejidad porque uno lo ve desde adentro y uno ve todo el Instituto, o sea, toda la oferta que nosotros tenemos y todo lo que impactamos. Por ejemplo, yo me reúno con el equipo de trabajo y definimos prioridades, pero prioridades desde el Instituto. Pero cuando yo hablo desde la prioridad que nosotros identificamos en el Instituto, puede que cualquiera ahí mismo me critique: ‘¿por qué hicieron esto? Si a tal placa le falta esto’. Cada cual habla desde la necesidad en la disciplina que esté y nosotros hablamos de la necesidad desde lo que es manejar un Instituto de las dimensiones como el Inder de Envigado. 

Háblenos de las ofertas del Inder...
Nosotros manejamos 33 disciplinas deportivas, vamos ya montando la 34. Hay que partir de algo, que es una crítica que de pronto nosotros tenemos de la comunidad, que hay disciplinas donde sacamos ofertas y crear cupos adicionales es complejo porque los niños vienen en formación. Realmente uno termina abriendo el grupito de más abajo. Entonces la gente a veces se termina condenando a la ira y dicen: ‘pero es que ahí nunca hay cupo’. Y para uno es una limitante porque para ampliar oferta necesitamos espacios. Hay espacios que son muy limitados, por ejemplo, en las canchas de fútbol. Nosotros tenemos la oferta con la escuela de fútbol que son 1300 niños y adicional tenemos más de 33 clubes de fútbol que todos están pidiendo que le habiliten un espacio. Además, tenemos la oferta de presupuesto participativo. Hay disciplinas en las que la verdad es complejo entrar, como gimnasia, natación, el mismo fútbol, voleibol, porque la demanda que tenemos de ese servicio supera la capacidad que tenemos. Hay que tener en cuenta también que hay papás que quieren tener al niño en fútbol, en voleibol, en natación... Y está bien tener a nuestros niños ocupados, pero ese niño termina copando un cupo allí, otro cupo allá. Esa es una de las grandes limitantes que tenemos.

¿Qué soluciones han planteado?
Este gobierno ha venido renovando una serie de espacios deportivos, que eso lo hacen desde la Alcaldía, no lo hace el Instituto. Nosotros el año pasado creamos una cuadrilla para estar atendiendo casos menores que se nos presenten en todos estos complejos que nosotros manejamos y en las placas deportivas, pero no damos abasto. Esa es una limitante bien grande más lo que tenemos también de actividad física. Realmente los cupos nuevos o adicionales que salen no son muchos. Las personas no entienden que es como en el colegio, los que están en un nivel pasan al otro nivel y esos que vienen en ese proceso de formación hay que garantizarles el cupo. Entonces es como si fuera que un niño que viniera en un nivel de natación y que pasara al otro le dijéramos que en el otro ya no tiene cupo.
Los cupos que se liberan en esos otros niveles normalmente son por deserciones, que los niños no quisieron continuar, y ahí es donde se habilitan los cupos. Entonces son muy pocos para la demanda que tenemos. 

¿Qué había visto para hacer cuando no estaba en el Inder que lo haya podido hacer ahora que está en el cargo?
Yo no tenía ni por la mente que venía para acá. A mí en un momento determinado me dijeron: ‘¿te podemos tener en cuenta para ser candidato a gerente del Inder?’ Pero eso fue en cuestión de días. Yo simplemente les dije: ‘permítame yo consulto con mi familia, o sea con mis papás, con mi esposa, con mis hijos mayores, ¿cómo ven ellos que yo esté en un cargo de estos?’ Me rodearon, me apoyaron y respondí: ‘tengan en cuenta mi nombre, no tengo problema’. Entonces yo ni avizoraba que de pronto pudiera llegar a un instituto de estos. Cuando yo llego aquí realmente no veo sino un mundo de oportunidades. ¿Por qué? Por mi estructura pienso que quiero hacer esto. De hecho, si Dios lo permite y esté hasta el final del gobierno, no alcanzaría a hacer todo lo que yo sueño con el Instituto. Cuando yo llego les digo a todos los compañeros del Instituto que yo quiero que nos acostumbremos a que cada año le demos un regalo al Inder. Que cuando uno se vaya uno pueda decir: ‘dejé esto. Como de una u otra manera que uno pueda decir cómo quiero que me recuerden. Obvio que cuando uno está liderando tendrá los adeptos que están de acuerdo con las decisiones que uno tome y tendrá los totalmente contradictorios de esas decisiones. Una de las cosas que yo me metí en la cabeza era que ojalá pudiera dejar el Instituto con cero recaudos en efectivo. Me parece que el tema de los recaudos en efectivo se prestan para muchas cosas y fuera de eso que los recaudos en efectivo exponen mucho a nuestros colaboradores. 

¿Qué le ha regalado?
Finalizando el año pasado arranqué con lo que me parecía a mí más neurálgico, que fue el parqueadero de Las Vegas. También el año pasado dije que yo llevaba 10 meses de gerente y el vehículo que teníamos en el Instituto por ahí tenía como ocho de varado, cuando aquí nosotros manejamos el año pasado más de 104 eventos de actividad física, más de 40 eventos de deporte. Y en deporte usted sabe que un evento puede ser que montamos un torneo, entonces llevas varios fines de semana de programación, tenemos la Ciclovía, el Inder llega a tu zona; un montón de eventos donde yo a toda hora era escribiendo en un chat de consejo de gobierno: ‘¿Quién me presta un vehículo?’ A mí muchas veces me dicen: ‘¿Y usted?’ Yo soy el de menos, yo cojo taxi. No cojo bus porque me demoro mucho, cojo taxi, yo no tengo problema con eso. Entonces el año pasado compramos un vehículo. Y me cogió todo el mundo por redes, que no me faltó sino haberle dado el besito al carro, que si consideraba que eso era más importante con todas las necesidades que nosotros teníamos. Era lo que yo te decía, que una cosa es lo que uno visualiza acá como administradores, de cuáles son las necesidades del Instituto, y otra lo que visualiza la gente que está yendo a una cancha y dice ‘esta cancha está mala, porque más bien no arreglaron esta cancha’. Entonces cada uno habla y eso yo lo entiendo y lo respeto. Y soy muy complacido ante la diferencia, siempre y cuando lo hagan con respeto. No tengo problema porque yo sé que cada cual desde donde está tiene una visión diferente del mismo punto que estemos mirando.

¿Hay más regalos?
Este año también nos propusimos darle un regalo al Instituto. Nosotros tenemos un software de inscripciones lo más arcaico del mundo. Ya este año nos montamos con un software de inscripciones que nos va a permitir saber cuántas personas realmente atendemos. Vamos a ver si a principios del próximo año ya lo tenemos a tono. Sabremos un usuario en cuántas disciplinas puede estar, porque acá nos va a llegar un momento como pasa en Secretaría de Educación que los niños van disminuyendo, entonces que nos permita hacer cálculos, que en algún momento ya vamos a empezar a no tener tanta demanda porque no hay tantos niños y entonces quizás no vamos a necesitar tantos espacios deportivos. Vamos a hacer un observatorio del deporte para que sepamos cuánto impacta el Inder, cuánto impactan los clubes, cuánto impactan el montón de privados que hay en torno al deporte aquí en el territorio. Otro tema bacano es que el año pasado en diversos procesos de contratación que tuvimos lo sacamos por subastas, eso nos permitió ahorrarnos alrededor de 500 millones de pesos. Eso ha permitido que cosas que no teníamos en el presupuesto inicialmente, como el vehículo, como lo del parqueadero, como lo que le estoy diciendo de los software, los hayamos podido llevar a cabo.   

¿Siempre tiene en cuenta la opinión de su familia en decisiones importantes?
Sí, porque la vida me ha enseñado que desde que me siento en un cargo de estos lo expuesto que estoy. Entonces cuando ocurre alguna situación uno sabe en que está metido, sabe que uno está expuesto, pero la familia no. Cuando ocurre algo quienes más sufren son los familiares, porque ellos ni se imaginan. Por eso cuando fui a tomar la decisión no la acepté de una. Dije: déjeme hacer unas llamadas’. De hecho, a mí me preguntaron: ‘¿Usted a quién tiene que llamar, a quién le tiene que consultar?’ Yo tengo la fortuna de tener a mis dos papás vivos. Cuando uno tiene un revés en la vida, uno siempre cuenta con los papás y ellos son capaces de hacer cualquier cosa por ver cómo le ayudan a uno. Tengo la oportunidad de devolverles a ellos en bienestar, disfruto mucho con mis papás. Mis amigos me invitan para una finca y saben que yo voy acompañado de mi papá, de mi mamá, mi esposa y mi niño pequeñito. Tengo otros dos hijos grandes a los que también les consulté, porque también en algún momento en mi vida se vieron muy maltratados por situaciones como estas. Pero siempre me han dicho: ‘papá, nosotros sabemos quién es usted, hágale tranquilo que nosotros lo acompañamos’. También necesitaba contar con mi esposa porque hay días de ausencias, con este alcalde tenemos reuniones en Juntas de Acción Comunal, en barrios, en urbanizaciones. Necesitaba que mi esposa me acompañara en la decisión, porque si no fuera concertado quién sabe si yo ya tuviera matrimonio. Las ausencias de uno son muchas, entonces uno necesita quien le ayude a equilibrar ese tema. Considero que hoy por hoy soy una persona demasiado familiar, hoy para mí no hay un programa mejor que mi familia. 

¿Qué planes tiene a futuro?
Yo he tratado de en la vida disfrutarme donde estoy. Aunque yo le he dicho a usted que me ha parecido complejo estar en el Instituto, eso bajo ninguna circunstancia quiere decir que yo estoy aburrido. No, yo creo que esto es un reto. Soy una persona que asume retos y me he acostumbrado a que solo tiro la toalla en la playa. Entonces este reto lo llevaré hasta que Dios y mis jefes lo permitan. Yo me concentro mucho en lo que estoy, a mí la mente no me vuela en dónde estaré en un futuro. Yo creo que he tenido unos desapegos muy importantes en la vida y es que no me trasnocha ni poder ni plata.Si la plata fuera felicidad no se suicidaban los ricos. Yo creo que uno disfruta más las cosas simples de la vida. Ahora estoy concentrado en que Dios permita que podamos hacer una gran labor acá. Y si podemos hacer una buena labor, eso permitirá que Dios nos dé otras oportunidades en otras latitudes. 

¿Cómo le gustaría que lo recordaran?
Bien, de hecho hemos venido trabajando para ello. Me gustaría que me recordaran como lo que yo soy, una persona muy del común, que para hablar conmigo no es por allá como a veces ocurre en estos cargos. Uno necesita que la misma gente ayude y contribuya a que uno no se le suba el ego y no se crea más que otros. Yo he querido que me recuerden como una persona cercana, transparente, de valores, que llegó a contribuir a la entidad y a dejar su granito de arena para que podamos hacer un Instituto mejor.

 

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